La sexta palabra

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Meþveret Bþk.
LA SEXTA PALABRA

En nombre de Allah, el Misericordioso, el Clemente.

Es cierto que Allah les ha comprado a los creyentes sus personas y bienes a cambio de tener Jardín.1

Si quieres entender qué provechoso es un comercio, y qué honorable un rango, vende la propiedad de una persona a Allah, sé Su esclavo y Su soldado, entonces atiende a la siguiente comparación.
Una vez un rey confió a dos de sus súbditos un estado, incluyendo todo lo materiales, maquinaria, caballos, armas y necesarios, etcétera. Era una época de guerra, nada disfrutaba de estabilidad; todo estaba destinado a desaparecer o cambiarse. El rey en su piedad infinita envió al teniente más noble a los dos hombres y por medio de un decreto Clemente les comunicó lo siguiente:

“Vendedme las propiedades con confianza, de modo que yo la mantendré por vosotros. No serán destruidas. Después de que la guerra termine, yo os las devolveré en mejores condiciones que antes. Las respetaré como vuestra propiedad, y pagaré un precio mayor por ellas. En cuanto a la maquinaria y las herramientas en el taller, serán usadas en mi nombre y en mi mesa de trabajo, pero el precio y el valor por su uso se incrementarán mil veces. Recibiréis todo el beneficio que se acumule. Sois indigentes y no tenéis recursos, y sois incapaces de afrontar el coste de estas maravillosas tareas. Dejadme asumir los gastos, y daros los ingresos y beneficios. Las podréis disfrutar hasta que comience la movilización. ¡Mirad las cinco maneras en las que os beneficiaréis! Ahora si no me vendéis las propiedades, podréis ver que ninguno es capaz de preservar lo que posee, y perderéis lo que ahora tenéis. No servirá para nada, y perderéis la oferta que os hago. Las delicadas y preciadas herramientas, materiales esperando para ser usados, perderán también todo su valor. Tendréis problemas y preocupaciones por la administración y preservación, pero al mismo tiempo seréis castigados por traicionar mi confianza. ¡Mirad las cinco maneras en las que perderéis! Además, si me vendéis las propiedades, os convertiréis en mis soldados y actuaréis en mi nombre. En vez de un común prisionero o un soldado irregular, seréis libres tenientes de una monarquía exaltada.”

Después de que hubieron escuchado el decreto, el más inteligente de los dos hombres dijo:

“Por supuesto, estoy orgulloso y feliz de vender. Doy mil gracias.”

Pero el otro era arrogante, egoísta y disipado; su alma se había vuelto tan arrogante como la del Faraón. Como si el fuese a estar eternamente en aquel estado, él ignoraba los terremotos y los tumultos de este mundo. Dijo:

“¡No! ¿Quién es el sultán? No venderé mi propiedad, ni dejaré de disfrutarla.”

Después de un tiempo, el primer hombre alcanzó un rango tan alto que todo el mundo le envidió. Recibió el favor del sultán, vivió feliz en el propio palacio del sultán. El otro por el contrario cayó en tal estado que todo el mundo sentía pena de él, pero también dijo que se lo merecía. Como resultado de su error, su felicidad y su propiedad se marcharon, y sufrió castigo y tormento.

¡Oh alma caprichosa! Mira a la verdad a la cara a través del telescopio de esta parábola. En cuanto al sultán, él es el Sultán de la Pre-eternidad y de la Post-eternidad, tu Señor y Creador. Las tierras, maquinaria, herramientas son posesiones de este mundo; tu cuerpo, espíritu y corazón, y tus sentidos externos e internos como el ojo y la lengua, la inteligencia y la imaginación. El teniente más nombre es el Noble Mensajero de Allah; y el más sabio decreto es el Sabio Corán, que describe el asunto que discutimos en esta aleya:

Es cierto que Allah les ha comprado a los creyentes sus personas y bienes a cambio del Paraíso.

En lo referente al campo de batalla es la tempestuosa superficie del mundo, que cambia incesantemente, disuelve y reforma y causa a cada hombre pensar:

“Todo dejará nuestras manos, perecerá y se perderá, ¿no hay manera de que podamos transformarlo en algo eterno y preservarlo?”

Mientras concentrado en estos pensamientos, de repente escucha la voz celestial del Corán diciendo:

“Por supuesto que hay, una forma bella y fácil que contiene cinco ganancias.”

¿Cuál es esa forma?

Vender lo que se nos ha confiado a su verdadero dueño. Tal venta proporcionará cinco ganancias.

Primera Ganancia: La propiedad transitoria se convierte en perdurable. Esta vida limitada, debe ser otorgada generosamente al Señor de la Gloria Eterno y Subsistente Por Si Mismo, y gastada por su bien, será transmutada en eternidad. Cederá frutas eternas. Los momentos de la vida de uno desaparecerán aparentemente y se pudrirán como granos y semillas. Pero entonces las flores de la felicidad y de la promesa se abrirán y florecerán en el reino de eternidad, y cada una también presentará un aspecto luminoso y alentador en el Reino Intermedio.

Segunda Ganancia: El alto precio del Paraíso es dado a cambio.

Tercera Ganancia: El valor de cada miembro y de cada sentido se eleva mil veces. La inteligencia es, por ejemplo, como una herramienta. Si no la vendes a Allah Todo Poderoso, si no la empleas por el bien del alma, se volverá un instrumento nefasto, incapaz y debilitado que cargará tu persona débil con todas las penas tristes del pasado y los miedos terroríficos del futuro; descenderá al rango de un instrumento destructivo. Es por ésta razón que un hombre pecador caerá frecuentemente en la embriaguez y el placer frívolo para escapar de las vejaciones e injurias de su mente. Pero si tú vendes tu inteligencia a su Verdadero Propietario y la empleas en Su Nombre, entonces la mente se convertirá en una llave para un enigma, destapando los tesoros infinitos de la Compasión y las bóvedas de sabiduría que la creación contiene.

El ojo, por ejemplo, es uno de los sentidos a través del cual vemos el mundo. Si no lo vendes a Allah Todo Poderoso, sino que lo empleas en nombre del alma, contemplando las escenas pasajeras, no permanentes y bellas, te hundirás al nivel de un ser consentido de alma lujuriosa y sensual. Pero si vendes tu vista a tu Hacedor, lo empleas en Su Nombre dentro de los límites impuestos por Él, entonces tu vista crecerá al rango de un lector del Libro Maravilloso, un testigo de los milagros del arte Dominante, una bendita abeja succionando flores de Misericordia en el jardín de este globo.
Otro ejemplo con la lengua y el sentido del gusto. Si no lo vendes al Sabio Creador, pero lo empleas en cambio en el nombre del alma o por el bien del estómago, caerás como si fueras el portero del estómago y te rebajarás como un vigilante en su fábrica. Pero si lo vendes al Generoso Proveedor, el sentido del gusto contenido en la lengua se elevará al rango de un capataz experto en los tesoros de la Divina compasión, un maravilloso inspector de las cocinas del eterno poder de Allah.

Entonces mira bien, ¡Oh mente! ¡Mira la diferencia entre un instrumento de destrucción y la llave de todo ser! Y mira cuidadosamente, ¡Oh Ojo! ¡Ve la diferencia entre un abominable consentido y el capataz experto de la biblioteca Divina! ¡Oh lengua, prueba bien! ¡Observa la diferencia entre el portero o el vigilante de una fábrica y el superintendente del tesoro de la misericordia de Allah!

Compara todos los otros instrumentos y miembros como éstos, y entonces entenderás que en verdad el creyente adquiere la naturaleza merecida del Paraíso y el no creyente una naturaleza conforme al Infierno. La razón para cada uno atendiendo a su respectivo valor es que el creyente, por virtud de su fe, usa la confianza en su creador y en Su Nombre y dentro de los límites trazados por Él, así el no creyente traiciona la confianza y la emplea por el bien de su lujuriosa alma. ¡Hermano!, mide todos los otros sentidos a la luz de lo ya visto.

Cuarta Ganancia: El ser humano está necesitado y expuesto a numerosos problemas. Es pobre, y sus necesidades son muchas. Es débil, y la carga de la vida es más pesada. Si él no confía en el Omnipotente y Glorioso, no pone su confianza en Él y confidencialmente no se rinde a Él, su consciencia estará siempre preocupada. Tormentos infructuosos, dolores y excusas lo asfixiarán y lo intoxicarán, o se volverá una bestia.

Quinta Ganancia: Aquellos que han experimentado el conocimiento sabio y hubieron descubierto la naturaleza verdadera de las cosas, el elegido que ha atestiguado la verdad, están todos de acuerdo con la recompensa exaltada por toda la glorificación y adoración de Allah que realizó por sus miembros e instrumentos te será dada en el momento de mayor necesidad, en forma de frutas del Paraíso.

Si desprecias este trato con cinco ganancias, además de ser desprovisto de su ganancia, sufrirás cinco pérdidas.

Primera Pérdida: La propiedad y la descendencia a la que estás atado, el alma y su capricho que tú adoras, la vida y la juventud que tienes, todo desaparecerá y se perderá; tus manos estarán vacías. Pero dejarán pecado y dolor, aferrado a tu cuello como un yugo.

Segunda Pérdida: Sufrirás el castigo por traicionar la confianza. Ya que habrás dañado a ti mismo usando el instrumento más preciado en los objetos menos valorados.

Tercera Pérdida: Tirando todas las buenas facultades del hombre a un nivel mucho más inferior que el de los animales, serás insultado y transgredido contra la sabiduría de Allah.
Cuarta Pérdida: En tu debilidad y pobreza, habrás colocado la pesada carga en tus hombros débiles, y gemirás constantemente y te lamentarás bajo los golpes de la transitoriedad y la separación.

Quinta pérdida: Te habrás vestido de una forma horrible, para abrir las puertas del Infierno frente a ti, los regalos justos del Clemente tales como la inteligencia, el Corazón, la vista y el gusto, te han sido dados para hacer la preparación de las fundaciones la vida y la felicidad eterna en el más allá.

¿Ahora es tan difícil vender la confianza? ¿Es tan grave que mucha gente rechace la transacción? ¡De ninguna manera! Es absolutamente grave. Ya que los límites de lo permisible son amplios, y están muy adecuados a los deseos del hombre; no hay necesidad de traspasar lo prohibido. Las tareas impuestas por Allah son ligeras y pocas. Ser un siervo y soldado de Allah es un placer y honor indescriptible. Una de las tareas es simple, actuar y realizar todas las cosas en nombre de Allah, como un soldado; tomar y dar en nombre de Allah; moverse o quedarse quieto de acuerdo con Su permiso y ley. Si uno cae, entonces tendrá que pedir perdón, y decir:

“¡Oh Señor! Perdona nuestros pecados, y acéptanos como Tus esclavos. Haznos seguros sustentares de Tu confianza hasta que la hora llegue cuando seamos tomados. Amén”, y pídele a Él.
 
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